Desde que llegué a Tenerife, hace aproximadamente unos cinco años, he sido cliente de Ono. Debo decir que durante mucho tiempo la calidad del servicio ha sido excelente. Pese a que muchos criticaban a esta compañía, yo la vanagloriaba, la velocidad de Internet era buena y estable.

Hasta aquí los halagos. El pasado mes de diciembre, y tras muchas llamadas por parte de Ono, decidí contratar por teléfono (por favor, no se les ocurra hacer esto nunca) un servicio que constaba de 30 megas de Internet, llamadas gratis, reducción en la factura e instalación de un router totalmente gratuito.

Al día siguiente, un flamante técnico se personó en mi casa, me instaló un mamotreto y me dijo que en unas horas Internet iría fantásticamente. Primera mentira. El caos se produjo en este pequeño piso de estudiantes, pues el wifi era casi inexistente. Podías navegar relativamente bien si estabas pegado al router, si te alejabas, o se te pasaba por la cabeza irte hasta tu habitación, ya te podías ir olvidando de navegar.

Mi anterior router (el blanco) y mi nuevo router (el negro)

Llamo de nuevo a Ono, cuento mi odisea y un simpático sudamericano (que conste que no tengo nada contra ellos) me comenta que acaba de cambiarme el nombre de la línea y la contraseña, me invita a probar en las siguientes horas mi conexión a Internet y me explica que si me sigue yendo mal, me mandarán un nuevo equipo.

Me voy de vacaciones y, por unos días, me olvido de Ono. Regreso y vuelvo a sufrir las inclemencias de mi nueva conexión a Internet. En este punto de la historia, ya es imposible navegar, incluso estando pegado al router. Llamo de nuevo, tras una espera infernal amenizada por una musica aún peor, soy atendida por el profesional estrella de Ono. Les reproduzco la conversación:

YO: -Buenos días, le llamo porque… (cuento todo lo que ahora mismo acabo de escribir más arriba).
PROFESIONAL: -Muy bien señorita. Vamos a proceder a comprobar por cable su línea. Espere un momento. Tengo que decirle que por cable su conexión va bien.
YO: -Sé que por cable mi conexión va bien. Pero en mi casa el único aparato que se puede conectar por cable es mi portátil, los demás son tabletas, móviles y un ultrabook.
PROFESIONAL: -No le puedo hacer ningún informe de avería porque nosotros no cubrimos averías por wifi.
YO: -¿Me está diciendo que se lavan las manos si el wifi, servicio que ustedes ofertan, me va mal?
PROFESIONAL: -No, no podemos hacer nada, sólo por cable. Además, el problema puede ser que al contratar más megas, el wifi va peor.

Al escuchar esto, doy por finalizada mi conversación con este señor. Acto seguido, me pasan con una señora, a la que le cuento todo lo que me ha dicho su compañero. ¿Quieren saber cuál fue la reacción de ésta? Incrédula y medio riendo me dice que eso era imposible (yo ya lo sabía). Al decirle que deseaba darme de baja, la mujer me retiene diciéndome que el lunes, esta llamada fue un viernes, tendría un técnico en mi casa, totalmente gratuito, para solucionarme el problema. Avisé que ésta era mi última oportunidad.

El viernes por la tarde me llama el técnico para decirme que el lunes por la mañana acudiría a mi piso. Éste me explica que no tiene ningún informe de avería, por lo que sólo podría venir hasta mi casa para mirar y, como mucho, cambiarme el router de sitio. Le expongo mi malestar y le pido que no se desplace hasta mi casa, pues moviéndolo no va a conseguir que Internet vaya mejor.

El lunes por la tarde, Internet seguía es su paseo por el pasado, pues, parecía que en vez de en el 2013 estaba en el 2002, cuando en mi casa tenía que tirar un cable por todo el pasillo para poderme conectar, con la diferencia de que, al menos, en esos años, los vídeos de Youtube me cargaban. Esa tarde decidí volver a llamar a Ono para reclamar por el nefasto servicio y darme de baja.

Después de estar toda una tarde intentando trabajar con continuas caídas de Internet, soy atendida por otro sudamericano (repito, no tengo nada en contra de ellos) al que le vuelvo a contar todo, pero esta vez le pido que me facilite un número donde poder darme de baja (un 902, por supuesto) y otro para poder hacer una reclamación. Me pasa con otro compañero y éste, a su vez, hace lo propio con otra compañera. A esta última, le vuelvo a contar toda mi historia, cada vez más larga, ya que el asunto se va prolongando en el tiempo. Le explico que lo único que perseguía era que me cambiaran mi equipo, porque evidentemente el router que me habían instalado tenía un problema con el wifi. Tras muchas llamadas y al ver que mi problema persiste, le expongo que deseo darme de baja, pero eso sí, con una previa reclamación por haberme mentido a la hora de contratar unos servicios que se alejan totalmente de la oferta inicial y por haber sido víctima de la ineptitud de los trabajadores de Ono. Una vez que la trabajadora recoge todas mis quejas, me informa de que, si lo deseo, procedería a realizar un testeo de mi conexión por wifi.

Una mentira más de Ono

Resulta que, aún estando a un metro y medio del router sólo recibo unos 7 megas. La mujer al ver estos datos, escandalosos, por cierto, decide enviarme otro técnico más para que, esta vez si, me cambie el router. Apunto, el servicio sería totalmente gratuito, a no ser que mi perro -que no tengo- hubiera mordido el cable o algo por el estilo. Con esta decisión ya tomada, me informa de que me voy a quedar sin Internet hasta que el técnico viniera a mi casa, porque me acaba de cambiar (otra vez) el nombre de la línea y de la contraseña. Resulta que la mujer no supo hacerlo correctamente y me dejó mi contraseña anterior, pudiendo acceder durante todo la noche y el día siguiente a Internet.

Llega el técnico a mi casa, mira el router y nos dice que lo va a dejar en observación unas 72 horas, que en el transcurso de ese tiempo, el problema estaría solucionado. Por supuesto, no nos cambia el equipo. Menos mal que la señora no supo hacer su trabajo correctamente, si lo llega a hacer, posiblemente ahora seguiría sin internet.

Decido irme hasta la oficina más cercana de Ono para darme de baja, ya que estaba harta de llamar a números de pago. Ahí, la joven me comenta que debo llamar al 902 que ya me había facilitado uno de los tantos sudamericanos con los que hablé. Desde la oficina ella no podía hacer nada porque había contratado el servicio por teléfono. Eso sí, me facilitó un número gratuito en donde podría hablar con trabajadores españoles y quizás ellos podrían darme una solución.

Acabo de llamar al número gratuito de Ono. No me han dado ninguna solución, es más, el hombre que me atendió me ha informado de que mi router nunca ha estado en observación y que el servicio técnico que en un principio iba a ser gratuito, me va a costar unos 24 euros. Si sumamos ese dinero a la factura que en breve me llegará y a las llamadas a números 902, este mes Ono se llevará un buen cacho de mi dinero y sin haber cumplido lo que me ofertaban.

He decidido darme de baja de esta compañía. Si están pensando en contratarla, por favor, olvídense. Busquen una que sea de fiar, que no mienta, o por lo menos, que lo haga menos, y lo más importante, que no te robe tu dinero, ni tu tiempo.