Hoy vengo a desmentir una de las creencias -sin ningún soporte teórico- que más daño hacen a la población española. Trabajadores y trabajadoras de este nuestro país: Firmar un contrato indefinido no te garantiza un trabajo por los siglos de los siglos. 

 

«No la escuches, no sabe lo que dice, esto de estudiar leyes laborales seguro que le ha reducido considerablemente las neuronas». 

 

 

Si, si sé lo que digo y, además, lo digo con conocimiento. Me hace mucha gracia cuando escucho por ahí: «firmé un contrato indefinido el otro día, ¡uf! qué respiro, ahora ya estoy fijo». Pues no, en esta vida todo tiene fecha de caducidad. Resulta que tener un contrato indefinido no es sinónimo de perpetuidad en una empresa. Simplemente, ser indefinido significa que el trabajador no sabe cuándo va a ser despedido, en caso de que esto ocurra. Porque si, la empresa, aunque tengas un contrato indefinido, te puede despedir en cualquier momento, siempre y cuando existan causas objetivas, o a través de un despido disciplinario. ¿Puede ser un despido improcedente? Podría serlo, pero, gracias a la reforma laboral, será el empresario el que decida si readmite o indemniza con 33 días y sigue manteniendo el despido. Es decir, que si quiere despedirte, te va a despedir.

Me declaro fan de Forges.

Solo hay dos tipos de contratos (indefinido o por duración determinada). Por tanto, no existe ningún tipo de contrato que se denomine «fijo». Nunca sabrás el tiempo que va a durar tu contrato indefinido, podrás estar en una empresa dos meses o dos años, pero seguro, como todo en esta vida, no hay nada.

Mi consejo: no celebres un contrato indefinido como si fuera un fijo, porque nada es para toda la vida.